martes, 13 de enero de 2009

Mensaje a la Tierra

La luna es mi residencia oficial y permanente últimamente. Aunque el mérito no es solo mio como generalmente lo es, sino de alguien que me ha hecho sentir esa alegría infantil de querer a alguien y ser correspondido. Alguien que me hizo olvidar todo recuerdo importante al cual estaba aferrada y evitó que cometiera un gran error por hábito.

No tengo que impresionar a nadie, porque respeta lo que hago sin prejuicios visibles, las preguntas son directas al igual que las respuestas. Las ilusiones son bastante grandes igual que los temores cuando aparecen. Desde que empezamos a sentir todo esto no nos hemos visto ni una sola vez, pero no es necesario para mantener esto vivo, sino algo necesario para hacerlo más real y despejar temores.

Una vez más entiendo "Todo pasa por algo", creo que es mi cliché favorito, haber terminado una relación importante, ese viaje a Valdivia que cambió su propósito rotundamente con el tiempo; abrir los ojos de una vez por todas y aceptar que tengo una nueva vida. Dejando atrás tanta falta de decisión y valentía ajena y tanta terquedad mía. Supongo que eso hizo el amor en mi en su momento...

En este momento me siento en otra etapa de mi vida, acepto que todos nos equivocamos y no siempre tenemos que ser perfectos, que las opiniones ajenas de verdad hay que escucharlas y reflexionarlas cuando estamos brutalmente ciegos. Y descubrí que las personas importantes aparecen cuando menos lo esperas en los momentos indicados.

Creo que tenía que descubrir que mi vida es exactamente como quiero sea y dejar de desear cosas imposibles para ser feliz otra vez.

sábado, 10 de enero de 2009

Soy un árbol

Soy un pequeño pino a la entrada de una casa, me plantó un jardinero unos cuantos años atrás. Mis ordenadas y parejas ramas, como si hubieran sido dispuestas bajo un estricto orden, se mueven con la fría brisa nocturna que parece ser una recompensa después del caluroso día al que ya no estaba acostumbrado. Veo salir y entrar todos los días a cada persona que vive en esta casa muchas veces vuelven cansados y de mal humor, pero aún así nunca falta quien pueda ponerme un poquito de agua para que mis raíces no se sequen aún más por los efectos del gato que cada noche golpea la ventana, maulla y se pasea por el jardín escondiéndose bajo el auto que se ubica al lado de un árbol muy parecido a mí aunque algo más pequeño.

Cada una de mis ramas miran hacia el cielo, como si a cada instante quisieran observar más allá, hoy solo alcanzo a ver el cielo cubierto por densas nubes que dejan entrever una pequeña estrella que apenas brilla. Frente a mí hay un rosal con un pequeño botón rojo en uno de sus extremos que resalta en la oscuridad de la noche y a mi costado hay un pequeño arbusto bastante seco, víctima del mismo gato que ronda entre nosotros buscando un nuevo lugar. Aquí se asoma en compañia de un nuevo amigo buscando quien le preste atención por un poco de comida que el dueño de casa le cede de vez en cuando.

Poco a poco las grises nubes se disuelven y comienzan a aparecen una a una mis compañeras de cada noche, las estrellas, aunque parezca extraño a pesar de estar aquí cada noche durante varios años nunca he visto una estrella fugaz, al parecer siempre estoy distraído mirando otra cosa, quizás los aviones que pasan cada una o dos horas, alguna mariposa que ronda mis ramas o algún chanchito de tierra que camina entre los adoquines esquivando los enormes pies que lo amenazan con pisarlo e inquietas manos que esperan que se enrrolle para jugar un rato. Y así pasan mis días en este jardín, curiosamente al terminar este relato alguien desapareció tras la ventana, y aquí seguiré por otros años más... No puedo ir a ningún otro lugar.